Los sueños de Grete Stern en el Malba - Fundación Costantini
Durante mucho tiempo estos trabajos, los primeros experimentos vanguardistas en el lenguaje fotográfico en nuestro país, permanecieron ocultos en el interior de esta revista femenina despreciada por la crítica cultural de la época. Fueron redescubiertos en 1982 en el FotoFest de Houston, Estados Unidos y, a partir de entonces, se convirtieron en la obra más emblemática de la artista.
Mirada femenina sobre la mujer
Resulta un ejercicio estimulante observar estas obras con la distancia temporal que las enmarca. La estética de los años 50, los temores y deseos de la mujer de clase media, la propaganda hollywoodense y las figuras retóricas traducidas en imágenes blanco y negro con fuerza de síntesis siguen funcionando plásticamente y nos devuelven un resumen intimista y a la vez opresivo de las relaciones sociales imperantes. Estas imágenes nos muestran a una mujer manipulada y manipulable, todavía inmersa hasta el sometimiento en el rol de ama de casa como opción excluyente. Sus sueños tienen la universalidad del inconsciente occidental y al mismo tiempo están atrapados en su época, características que Grete Stern trata con humor e ironía.
Es fascinante ponerla en serie con uno de los primeros cortos de David Lynch, como Eraserhead, y contrastar los puntos en común que comparten desde una estética epocal, ahora leída como retro. La mirada de Lynch exalta la vivencia siniestra en la vida cotidiana de la posguerra, donde lo onírico se superpone hasta confundirse, pero es una visión masculina (que por añadidura se deleita en lo escatológico). La obra de Stern es más contenida en este sentido, ya que tiene en cuenta a las lectoras de la revista a las que va dirigida. Quizás en eso sean estas imágenes un poco víctimas involuntarias de esas mismas mujeres a quienes pretendió ilustrar.
Los sueños de la Colección Costantini
Desde las interpretaciones de los sueños de Sigmund Freud a fines del siglo XIX y el primer Manifiesto Surrealista escrito por André Breton en 1924, la relación entre los sueños, el arte y el psicoanálisis aparece como un tópico incuestionable en cada obra de arte surgida al calor de las vanguardias del siglo pasado.
Tanto si atendemos a los collages de Marcel Duchamp y Max Ernst, a las pinturas de Salvador Dalí o a los fotomontajes de John Heartfield y Man Ray, nos encontramos con los juegos metafóricos y los paisajes oníricos que afirman la intromisión del inconsciente y lo maravilloso en la vida cotidiana. Claro que es necesario no pasar por alto la veta crítica a la sociedad burguesa que se encuentra implícita en estas obras: no es una casualidad histórica que el segundo Manifiesto surrealista haga un llamamiento a los artistas franceses para engrosar las filas del partido Comunista.
La muestra de fotomontajes de Grete Stern (Wuppertal, 1904 – Buenos Aires, 1999) en el primer piso del Malba es parte de la colección privada de la Fundación y constituye un extracto del trabajo en colaboración con el sociólogo argentino Gino Germani para la página “El psicoanálisis la ayudará” de la revista femenina Idilio. A partir de 1948 y durante tres años, la fotógrafa y diseñadora gráfica realizó 150 ilustraciones para acompañar la interpretación de los sueños que las lectoras de la revista enviaban a Richard Rest (seudónimo utilizado por G. Germani para firmar las notas). De las numerosas ilustraciones solamente sobrevivieron 46 negativos, pertenecientes a aquellas que la artista llegó a fotografiar antes de entregarlas a la redacción.
Mirada femenina sobre la mujer
Resulta un ejercicio estimulante observar estas obras con la distancia temporal que las enmarca. La estética de los años 50, los temores y deseos de la mujer de clase media, la propaganda hollywoodense y las figuras retóricas traducidas en imágenes blanco y negro con fuerza de síntesis siguen funcionando plásticamente y nos devuelven un resumen intimista y a la vez opresivo de las relaciones sociales imperantes. Estas imágenes nos muestran a una mujer manipulada y manipulable, todavía inmersa hasta el sometimiento en el rol de ama de casa como opción excluyente. Sus sueños tienen la universalidad del inconsciente occidental y al mismo tiempo están atrapados en su época, características que Grete Stern trata con humor e ironía.
Es fascinante ponerla en serie con uno de los primeros cortos de David Lynch, como Eraserhead, y contrastar los puntos en común que comparten desde una estética epocal, ahora leída como retro. La mirada de Lynch exalta la vivencia siniestra en la vida cotidiana de la posguerra, donde lo onírico se superpone hasta confundirse, pero es una visión masculina (que por añadidura se deleita en lo escatológico). La obra de Stern es más contenida en este sentido, ya que tiene en cuenta a las lectoras de la revista a las que va dirigida. Quizás en eso sean estas imágenes un poco víctimas involuntarias de esas mismas mujeres a quienes pretendió ilustrar.
Los sueños de la Colección Costantini
Esta muestra se inscribe en la línea que parece haber adoptado el Malba (bajo las puestas del curador en jefe Marcelo Pacheco) de rescate y revalorización de la colección del propio Costantini, así como de la reinscripción en la contemporaneidad de artistas olvidados o injustamente ocultados por y para la crítica, ya sea por cuestiones de género o de tendencias políticas y estéticas “intempestivas”. En este marco podemos situar la gran muestra que se llevó a cabo el año pasado con obras de Yente y Lidy Prati, artistas argentinas pertenecientes al movimiento abstracto de los años 40 y 50.
El catálogo bilingüe que entrega el Malba a los espectadores está compuesto por fragmentos del ensayo La obra de Grete Stern en Argentina, publicado por Luis Priamo en el catálogo de la exposición retrospectiva de 1995, además de cinco reproducciones de obras presentes en la exposición. Entre ellas se destaca como imagen de prensa de la muestra el Sueño n°16, Sirena del mar (ca. 1950), posiblemente una de las más “clásicas” de esta muestra, que puede visitarse hasta el 12 de abril.